Tragar el Sol surge y se construye a partir de escritos de viaje y su paisaje sonoro. Tantos días en compañía del océano, su sonoridad constante, su cadencia monótona, su silencio que suena tranquilo. Ese efecto imán que como el fuego, absorbe, cambia la energía, seda y apacigua en movilidad de vaivén.

Al observar el océano me transformo en él, me hundo en lo más profundo de mí y me pierdo en una oscuridad llena de luz y silencio, con sonidos envolventes; caigo en esas redes invisibles que me sostienen para poder flotar en la superficie de pensamientos y sentimientos que brotan, crecen y se dispersan con cada ola. El tiempo suena de otra forma, se torna inmenso, cubriéndolo todo.