Despertar en un silencio pesado y vacío, jamás escuchado. Una solitud seca con sol.

El espacio y el silencio de la casa desconocen su entorno, su barrio. Una nueva rutina se instaló repentinamente sin previo aviso y tuve que hacerle lugar al lado mío.

La casa se abre, camina, se infla. La casa se mueve distinto, aunque quieta. La casa es otra y la misma. La casa se estira, se agranda con todo accionar y pensamiento, en cada instante de luz, con cada sombra que opaca deseos.

Respiro todo el tiempo para llenarme de espacio mientras me fundo también en él.A lo liviano le gusta la luz y me dejo flotar con el aire que camina incesante en mi pequeña casa, en mi monoambiente en cuarentena.